El 17 de junio de 1956, Newell’s Old Boys enfrentó a Racing Club en el Parque. La escuadra porteña llegaba con toda la maquinaria de prensa de los operadores. Unos días antes, el 11 de junio, en una delicada situación con los últimos puestos de la tabla, el Ídolo Rojinegro, René Pontoni, se hizo cargo como Entrenador. Aquél domingo era su debut en el Parque. Una tarde para jugarse el prestigio en una faena deportiva. En la previa, el cronista Guardameta, evoca el honor y el prestigio Rojinegros para volver a transitar el sendero triunfal de la victoria:
“Su nombre con sabor sajón está jalonado por recuerdos de añeja estirpe que han hecho nido en el corazón del pueblo.
¡Cuántas tardes domingueras de fútbol se iluminaron con el brillo de sus maravillosas hazañas! ¡Y cuántas veces su divisa fue izada victoriosa en el mástil de honor!
Porque su marcha por los caminos del deporte ha sido siempre una interminable sucesión de hechos inolvidables. Porque aquellos ya lejanos tiempos de su nacimiento a la vida del fútbol criollo, su nombre fue estandarte de gloria para el entusiasmo de los fanáticos.
Por sus filas cubierta de honores pasearon la prestancia de sus habilidades en el manejo de la redonda, figuras engarzadas con la Historia del popular deporte entre nosotros.
¿Quién no tiene un lugar en el corazón para José Viale?
¿Y para Ginocchio y ‘Lito‘ González y tantos otros que hicieron vibrar de emoción la vieja tribuna de madera del Parque Independencia?
¡Viejo y Glorioso Newell’s!
Ojalá que mañana, frente al encumbrado Racing de tanta fama, vuelva la divisa Rojinegra a flamear como antes, triunfal en lo más alto del mástil.
Para orgullo de quienes siguen leales a sus colores.
Y para honor del fútbol rosarino.”
GUARDAMETA
Al día siguiente de esta evocación periodística, Newell’s Old Boys consiguió un resonante empate cuando ya todos asumían que era otra caída… el circo mediático lloró por el gol Rojinegro, pretendían que fuera invalidado… y Guardameta, curiosamente, el 21, escribe: “y que los académicos sigan hablando pestes del bombero Nay Foino. El puntito ya está sumado. ¡Bien, René Alejandro Pontoni! ¡Dale, Newell’s!”
