Atilio Badalini – Bajo el Signo de la Marca Rojinegra

Atilio Badalini – Bajo el Signo de la Marca Rojinegra

El Gringo Atilio Badalini nació el 12 de mayo de 1896 en la ciudad de Santa Fé. Llegó a Newell’s Old Boys a los 21 años, en 1917. Sobresalió en los ataques rojinegros en infinadad de faenas deportivas. A fuerza de gol, más gol, potencia, juego, y más goles, se convirtió en el 2do goleador de la Historia de Newell’s, con una marca de 114 goles contabilizados (1). Se quedó toda la vida en Newell’s. Solía estar a cargo del buffet del Club, y también era canchero del campo de juego del Estadio del Parque… querido por todos, se recibió de perito mercantil, pero no ejercía, le dedicó su vida a Newell’s Old Boys. En algún rincón del Club, en algún paseo, al pie de algún árbol, podría haber una leyenda o inscripción que dijera ATILIO BADALINI, un cartel quizás, que trajera a la memoria viva, Rojinegra, su paso por el Club.

Recibía el balón encorvado, particularidad caprichosa quizás,  pero impactaba verlo resurgir como de entre la gramilla misma, hasta erguirse por completo. Potencia, fuerza, velocidad, furia para el juego aéreo, violencia para cabecear con destino de gol desde las puertas del área. Sus embates frontales, sincronizados con su camarada deportivo Ernesto Celli, maravillaron a la Legión Rojinegra desde el primer día. Sus fortísimos remates hacían gol, desplegaba magia, giraba, ingresaba por el medio, la bajaba, la volvía a enviar de emboquillada para recibir limpio hacia el arco. Siempre con la mira puesta en el arco rival, siempre en franco avance hacia adelante… ir, ir, volver a encarar para ir, ir, no claudicar, no frenar, no dejar de apuntar al arco de enfrente; por más que peguen, por más que se cierren los medios en una trenza impenetrable, volver a ir, a ir, a ir, para adelante… sin fuerzas quizás, empujado por el ensordecedor aliento de la Legión Rojinegra que siempre lo aclamó. Como aquél lunes de diciembre, cuando en el Parque ganaba la Selección de Brasil por 2 a 0, llegando al final del partido, con la derrota casi consumada, el Gringo, empujado por la gente arremetió una vez, dos veces, y Newell’s Old Boys empató el partido 2 a 2. Gloriosa reacción para salvar el prestigio internacional Rojinegro de Newell’s Old Boys.

Como quedara dicho, Atilio Badalini llegó a Newell’s a principios de 1917, con 21 años. Provenía de Gimnasia y Esgrima Rosario. Vino al Club junto a sus compañeros Ernesto y Adolfo Celli. Los 3 llegaron a Rosario desde la ciudad de Santa Fé. Los 3 ases fueron los encargados de devolverle a Newell’s Old Boys la gloria que parecía haberse oxidado en el Parque. Mal de la época que sufrieron las Escuelas dedicadas al Fútbol en todo el país. A partir de aquellos días de la década del 1910, las Escuelas, allí donde había surgido el deprote del Fútbol en Argentina, empezaron a cerrar sus puertas, o empezaron a alejarse de la práctica del Fútbol; las escuelas que no cerraron se dedicaron al rugby, hochey, etc. Pero Newell’s Old Boys no se dejó doblegar por la moda local de dejar el Fútbol. No se dejó influenciar. Newell’s prosiguió su andar en contra del modelo orquestado desde el radio de los “30 kilómetros“. El Club Atlético Newell’s Old Boys, fundado por argentinos, una vez más, depositó en la sangre criolla argentina la confianza para retomar la senda del triunfo que no debió haber descuidado.

Badalini cumplió al menos 160 partidos en Newell’s, y convirtió 114 goles. Es el 2do goleador de la Historia de Newell’s. El 13 de abril de 1919 en el 9 a 1 contra Sparta, y el 23 de mayo de 1926 en el 14 a 1 contra Talleres (ex afiliados del Railway), el Gringo, convirtió 6 goles en un mismo partido. Superlativa marca que comparte con Vicente Aguirre (convirtió 6 goles el 10 de octubre de 1926 en el segundo partido contra Talleres, el cuadro de ex-afiliados). Badalini fue Campeón con Newell’s en la Copa Vila 1918, 1921 y 1922, Copa Ibarguren 1921 (Título Nacional), y Copa Estímulo 1925.

El ambiente deportivo rosarino se sacude cuando Badalini y los Celli llegan a Newell’s. En una persecución desmesurada, exagerada, y, podríamos decir, también ridícula, el Consejo de la Liga Rosarina Football decide inhibir por todo el 1917 a Atilio Badalini y a Ernesto Celli. Los dos ases no podrán actuar en la primera rojinegra. El Dr. Claudio Newell rápidamente los emplea en el Colegio Comercial Anglo Argentino (a estas alturas ya Colegio e Internado Mercantil Inglés, en el ocaso de su existencia). Atilio Badalini, que se había recibido en el Curso Nocturno de contadores, es empleado como secretario del Colegio. Ernesto, y también Adolfo, son empleados en la administración del Colegio Newell. En el patio y el campo de deportes del Colegio, el Gringo y Ernesto Celli, prosiguen con sus andanzas y correrías futbolísticas. Arremeten contra todo rival a su paso, deslumbran y maravillaban, pero también agotan la paciencia de algunos. Las quejas llegan. Protestan. Se llegan a escuchar reclamos del siguiente tenor, “si son tan buenos, que jueguen con las manos atadas“. Y así fue como, a lo largo de aquel 1917, Atilio Badalini y Ernesto Celli, hicieron estragos practicando fútbol sin manos en el Colegio. Para 1918 habían logrado destrezas y movimientos pocas veces vistos en el fútbol local. Casi de manera instantánea se volvieron los ídolos populares de la Legión Rojinegra.

Newell’s Old Boys reaparece en los primeros puestos, vuelve a convertir el Parque en un reducto inexpugnable. Badalini se vuelve el centre forward de la época. Comienza a ser habitual en el combinado Rosarino, en los partidos contra los porteños y los uruguayos. Actuaciones que lo llevan a comandar los ataques de la Selección en las bregas contra los uruguayos, y en el Sudamericano 1920 (Viña del Mar). Su presencia en la ofensiva de Newell’s se vuelve sinónimo de gol. Imparable. El Gringo jugaba “con los brazos abiertos. Fue un futbolista inteligente y un verdadero conductor de ataque. Sabía organizar el juego y poseía una muy buena pegada“. Badalini metió dos goles en el 3 a 0 contra Huracán jugado en el viejo field de Boca Juniors, era la final por la Copa Ibarguren edición 1921 (el restante lo convirtió Julio Libonatti). El Gringo fue la gran figura de ese partido. Recio en los avances rojinegros, por eso a los ataques frontales los comandaba Badalini. Compartió quintetos ofensivos con Umberto y Julio Libonatti, Blas Sruppo, Ernesto Celli, Juan Francia, Federico Garrone (ex alumno del Colegio Newell, y presidente del Club en los años 1960), Arturo Ludueña Chini, Vicente Aguirre, Manuel Morosano, o el joven Agustín Peruch.

Atilio Badalini fue convirtiéndose en el veterano delantero rojinegro. En 1926 se sintió amenzado con  la presencia de un nuevo centre forward, Agustín Peruch. De baja estatura, rápido y hábil. Sus primeras actuaciones no fueron lo esperado, y el Gringo a pura fuerza, amor propio, y potencia de goles, le ganó el puesto. Badalini pensó que iría empujando a Peruch hasta la raya, por donde circulan los punteros o wines, para así sacarlo del cuadro. Años más tarde reconocía que se había equivocado, el Gringo colgó los tamangos en ese año 1926, y Agustín Peruch se convirtió en uno de los mejores punteros derechos en la Historia de Newell’s Old Boys. Por aquellos días del 1920, solía verse a Atilio Badalini oficiando de árbitro en encuentros de 2da, o amistosos en el Parque. Algo parecía indicar que su lugar era el Parque.

Una vez retirado de la práctica deportiva se recibió de perito mercantil. Pero no ejercía. Se quedó en el Club Atlético Newell’s Old Boys para siempre. Era el encargado del buffet del Parque, y también era el canchero del campo de juego. Cuidaba la gramilla en la que había brillado como glorioso centro delantero, una y otra vez, a bordo del Fordson en pasadas interminables. Cultivando y sembrando los sueños “de llegar” que tantos en la adolescencia tienen. Algo hubo para que un Gringo santafesino al llegar a Newell’s Old Boys decidiera no dejarlo jamás. Entre copa y copa, a cargo del buffet STADIUM en el CANOB, el Gringo, rememoraba “los tiempos de la Grecia herocia” para taer al vivo recuerdo las faenas doradas del fútbol de los años 1920, tiempos en los que fue uno de los máximos ídolos de la Legión Rojinegra.

El 3 de septiembre de 1953, el mundo Leproso llora la partida del crack. A raíz de un síncope cardíaco, Atilio Badalini, dejó esta manera de percibir la existencia. “Cursó estudios superiores en la Escuela Industrial de la Nación en la ciudad de Santa Fé, donde adquirió excelente cultura; de ahí su don de gente que hacía grata y amable su convivencia en los círculos de su actuación. Con Atilio Badalini desaparece una brillante figura del fútbol de la época de oro, recordada constantemente por los que añoran el fútbol clásico, en toda su pureza“.

El Gringo Atilio Badalini llegó a Newell’s Old Boys a los 21 años, en 1917, sobresalió en los ataques rojinegros en infinadad de bregas deportivas. A fuerza de gol, más gol, potencia, juego, y más goles, se convirtió en el 2do goleador de la Historia de Newell’s…. se quedó toda la vida en Newell’s….

SALÚ GRINGO QUERIDO
SIEMPRE EN EL VIVO RECUERDO ROJINEGRO

(1) Estadísticas históricas en ElRojinegro.com